Reducir el consumo de carburante, la contaminación -tanto de emisiones como acústica- y el riesgo y gravedad de los accidentes de circulación, además de mejorar el confort de conducción, son los objetivos principales de una conducción eficiente.

Respecto a los modos convencionales de conducción, conducir de modo eficiente comporta seguir una serie de reglas sencillas pero eficaces, que tratan de aprovechar todas las posibilidades tecnológicas que ofrecen los actuales motores de los vehículos.